mkl

miércoles, 29 de enero de 2014

Concurso de relatos Planeta Packraft: Sueños de aventura

Comencé escribiendo este blog para contar a mi familia y amigos las cosas que hago en Utah: los viajes, las aventuras, las gentes y los lugares. Con el tiempo se ha ido convirtiendo en algo más, algo balsámico. Escribir me ayuda a ordenar mis ideas. Me obliga a dejar de un lado la impulsividad que normalmente rige mi vida. A pararme. A pensar. Saca de dentro aquello que normalmente nunca muestro. Aparca todo lo terrenal que hay en mí y deja aflorar lo que nunca se ve, esas cosas que envuelven el alma: los sentimientos, los miedos, los anhelos, las ilusiones…

He de confesar que le he cogido a gusto. Cuando me siento inspirado me siento delante del ordenador y tecleo todo aquello que llevo dentro. Es así como me animé a participar en un concurso de relatos organizado por la web en la que colabora mi amigo Hilo, www.planetapackraft.com

Dejo escrito el primer párrafo y si lo encuentras entretenido puedes seguir leyendo tan solo haciendo clic en el enlace. Si al final resulta que te ha gustado, puedes votar por mi relato y ayudarme a ganar uno de los magníficos premios que reparten.

Muchas gracias.

Besos y abrazos. Mkl

SUEÑOS DE AVENTURA

Nunca fui un buen deportista. A decir verdad, nunca me gustaron los deportes, y lo cierto es que las experiencias que tuve de pequeño no contribuyeron a ello. No creo que fuese debido a una mala genética (mi padre fue un incansable jugador de futbol hasta que su rodilla dijo basta  y mi madre practicó gimnasia con notables resultados a nivel provincial), de hecho, nunca me he considerado torpe ni padecido problema motórico alguno. Tampoco lo achaco a no encontrar el deporte adecuado, ya que mi padre lo intentó hasta la desesperación, una y otra vez: futbol, baloncesto, balonmano, atletismo e incluso pelota vasca, que yo recuerde. Ninguna de estas modalidades deportivas caló en mí lo suficiente como para sentir motivación alguna. Ni siquiera culpo de mi falta de interés a mis profesores de educación física, ya que a lo largo de mi etapa escolar los tuve de todos los colores: aquellos a punto de jubilarse que mandaban a los chicos a jugar a fútbol y a las chicas al baloncesto, profesores autoritarios que nos guiaban con mano dura a través de las gimnasias de la vieja escuela, maestros comprometidos que a través de juegos y más juegos consiguieron arrancarme algún momento de disfrute, e incluso aficionados al baile y las coreografías que hacían de su pasión un estilo de enseñanza.
…”






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