Aquí me encuentro. Contemplando por última vez Ogden desde la ventana. La casa vacía, las maletas cerradas, las montañas al Este y el Great Salt Lake al Oeste. Estoy nervioso. No es por el hecho de volar, es por los nervios del antes: llegar al aeropuerto, facturar el equipaje sin pasarme del peso, ensayar mi cara de pena para no tener que pagar por un kilo de más, controles de seguridad... Tengo ganas de sentarme en mi butaca y dejar todo el estrés de esta última semana de lado.
Dedico un minuto a mira el horizonte y me doy cuenta de que puede que sea la última vez que disfrute de este paisaje. Han pasado tres años desde que decidí poner tierra y un océano de por medio de todo lo que había conocido hasta entonces. Y al final, ha llegado la hora. Es tiempo de volver a casa. Tengo sentimientos opuestos. Por un lado, alegría de volver a reencontrarme con los míos. Por el otro, tristeza, al dejar tantas cosas atrás: lugares, amigos, compañeros de trabajo, alumnos, experiencias, aventuras y sobre todo felicidad. Puedo decir sin temor a equivocarme, que estos tres años y a pesar de las dificultades y los malos momentos, he sido muy feliz; y acaso ¿No es eso lo que realmente importa? No se para vosotros, pero para mí es así.
Hay una canción que dice: "Cuando se cierra una puerta, siempre se abre una ventana". Yo ahora cierro una puerta que al final ha estado abierta 3 años y tiempo tengo de decidir que ventana quiero abrir... En Utah he aprendido a conocerme a mi mismo, a disfrutar de los buenos momentos y a aceptar que hay otros no tan buenos, he abierto mi mente y he crecido como persona. Vuelvo con las retinas llenas de paisajes increíbles y un puñado de buenos amigos en los bolsillos. Los calcetines, como no podía ser de otra manera, regresan llenos de arena y el inglés, de una vez por todas ha conseguido hacerse un hueco dentro de esta cabeza de melón. Ahora miro hacia atrás y veo que tome la decisión acertada, porque si bien me he perdido muchas cosas, he ganado muchísimas que de otro modo jamás hubiese vivido. Jamás había soñado con las aventuras vividas ni creo que pueda volver a cerrar los ojos sin recordarlas.
Me gustaría dedicar estas últimas lineas a todos aquellos que me han acompañado y ayudado en este viaje, en especial a aquellos que vinieron conmigo y que sin su ayuda no hubiese sobrevivido los primeros meses. Antonio y Lucia, los malaguitas, a los que a pesar de su llegartardismo diagnosticado tantas veces me han salvado el culo, a Maria e Hilo, con quienes he compartido sueños y aventuras, a Alberto mi mano derecha en la escuela y traductor oficial durante el primer año, y a Esther y Mateo, quienes fueron mi familia en Utah durante un año entero. También a todos los españoles con los que he compartido grandes momentos: Paula, Jorge y Pilala, David y e Ingrid, Juan Carlos y Chantal, Angel... a mis amigos americanos, que son pocos pero buenos y a Marta, que me ha aguantado estos últimos meses. Seguro que me dejo a alguno, pero daros por incluidos. Gracias a todos.
También he de agradeceros a todos vosotros que habéis seguido mis correrías a través de este blog y me habéis mandado muestras de apoyo. A muchos os veré pronto, a los demás, un placer teneros como lectores. me habéis ayudado a descubrir una vía de escape y a expresarme a través de las palabras que no conocía hasta ahora.
Por último, no puedo dejar de dar las gracias a mis padres, por todo el apoyo prestado, los buenos momentos hablando con ellos a través de Skype y las miles de gestiones realizadas en mi nombre. Enseguida vais a poder volver a disfrutar de vuestro hijo, os quiero mucho (ya que nunca os lo digo, lo dejo por escrito...)
A todos los que hayáis descubierto Utah a través de estas lineas y fotos, os animo a que la visitéis. Es un lugar mágico con paisajes inigualables y la tierra perfecta para disfrutar de la aventura más salvaje. Yo volveré, sin duda.
Poco más, yo creo que seguiré compartiendo mis aventuras con vosotros. Ahora será " De Utah Madre: aventuras y desventuras de un ex-profesor visitante en Utah", en el futuro quien sabe...
Os dejo ya, me despido con una canción buenísima de onda americana: Mumdfor & sons, I will wait:
Hay una canción que dice: "Cuando se cierra una puerta, siempre se abre una ventana". Yo ahora cierro una puerta que al final ha estado abierta 3 años y tiempo tengo de decidir que ventana quiero abrir... En Utah he aprendido a conocerme a mi mismo, a disfrutar de los buenos momentos y a aceptar que hay otros no tan buenos, he abierto mi mente y he crecido como persona. Vuelvo con las retinas llenas de paisajes increíbles y un puñado de buenos amigos en los bolsillos. Los calcetines, como no podía ser de otra manera, regresan llenos de arena y el inglés, de una vez por todas ha conseguido hacerse un hueco dentro de esta cabeza de melón. Ahora miro hacia atrás y veo que tome la decisión acertada, porque si bien me he perdido muchas cosas, he ganado muchísimas que de otro modo jamás hubiese vivido. Jamás había soñado con las aventuras vividas ni creo que pueda volver a cerrar los ojos sin recordarlas.
Me gustaría dedicar estas últimas lineas a todos aquellos que me han acompañado y ayudado en este viaje, en especial a aquellos que vinieron conmigo y que sin su ayuda no hubiese sobrevivido los primeros meses. Antonio y Lucia, los malaguitas, a los que a pesar de su llegartardismo diagnosticado tantas veces me han salvado el culo, a Maria e Hilo, con quienes he compartido sueños y aventuras, a Alberto mi mano derecha en la escuela y traductor oficial durante el primer año, y a Esther y Mateo, quienes fueron mi familia en Utah durante un año entero. También a todos los españoles con los que he compartido grandes momentos: Paula, Jorge y Pilala, David y e Ingrid, Juan Carlos y Chantal, Angel... a mis amigos americanos, que son pocos pero buenos y a Marta, que me ha aguantado estos últimos meses. Seguro que me dejo a alguno, pero daros por incluidos. Gracias a todos.
También he de agradeceros a todos vosotros que habéis seguido mis correrías a través de este blog y me habéis mandado muestras de apoyo. A muchos os veré pronto, a los demás, un placer teneros como lectores. me habéis ayudado a descubrir una vía de escape y a expresarme a través de las palabras que no conocía hasta ahora.
Por último, no puedo dejar de dar las gracias a mis padres, por todo el apoyo prestado, los buenos momentos hablando con ellos a través de Skype y las miles de gestiones realizadas en mi nombre. Enseguida vais a poder volver a disfrutar de vuestro hijo, os quiero mucho (ya que nunca os lo digo, lo dejo por escrito...)
A todos los que hayáis descubierto Utah a través de estas lineas y fotos, os animo a que la visitéis. Es un lugar mágico con paisajes inigualables y la tierra perfecta para disfrutar de la aventura más salvaje. Yo volveré, sin duda.
Poco más, yo creo que seguiré compartiendo mis aventuras con vosotros. Ahora será " De Utah Madre: aventuras y desventuras de un ex-profesor visitante en Utah", en el futuro quien sabe...
Os dejo ya, me despido con una canción buenísima de onda americana: Mumdfor & sons, I will wait:
Besos y abrazos. Mkl.